LA SALUD MENTAL
EN 8 PREGUNTAS

Es un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y satisfactoria y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

De acuerdo con esta definición de la Organización Mundial de la Salud, "no existe la salud sin la salud mental" y "la salud mental es un asunto de todas las personas”.

Es difícil separar la salud física de la salud mental, ya que están interconectadas. Una mala salud física puede empeorar la salud mental, de la misma manera que una buena salud mental protege la salud física y puede contribuir a la recuperación de las enfermedades.

Tener una percepción positiva sobre tu estado de salud mental normalmente es una buena señal. Siempre hay espacio para mejorar: plantearte si te estás dando tiempo para desconectar del trabajo, para cuidar tus relaciones y tus amistades y poner límites cuando lo necesites, tener hobbies…

Tener un estilo de vida saludable consistente en llevar una alimentación saludable y practicar actividad física regular, así como descansar y dormir lo suficiente, también te ayudará a sentirte bien.

El autocuidado físico y mental favorece nuestro bienestar: Comer sano, practicar actividad física, tener una red de apoyo suficiente, aprender a ser consciente de tus sentimientos y expresarlos, ponerte límites a ti a los demás, tratar de solucionar las cosas que están en tu mano y asumir que no a todo lo que te enfrentas tiene solución, son herramientas que te ayudan a tener una buena salud mental.

Un entorno seguro, donde las necesidades básicas están cubiertas, sin amenazas ni violencia, es fundamental para la salud mental. Si tu entorno no es seguro, coméntaselo a tu doctor o doctora del centro de salud, quien te derivará a Servicios sociales.

Descubre qué puedes hacer para sentirte mejor.

Un estrés breve, no demasiado elevado y controlable puede ser positivo porque estimula tu cuerpo y ejercita tu mente.

Un estrés elevado, constante e incontrolable puede afectar negativamente a tu salud física y a tu salud mental, bajando tu autoestima, haciendo que te sientas indefensa/o a largo plazo, con poco control sobre lo que te rodea, de malhumor…

Averigua qué te impide sentirte bien a ti.

Alegría, ternura, gratitud, interés, orgullo … son emociones positivas que favorecen el manejo del estrés, facilitan el rendimiento y mejoran las relaciones sociales y la salud. En algunos casos, pueden tener consecuencias negativas. Por ejemplo, una euforia excesiva.

Miedo, tristeza, ira, ansiedad, asco… son emociones negativas que producen malestar psicológico, pero son necesarias. Por ejemplo, sentir miedo ante una situación de peligro. Es importante reconocerlas y aprender estrategias para hacerles frente porque cuando se prolongan en el tiempo pueden producir enfermedades mentales.

Sufrir es inherente a la vida. Esforzarte constantemente por no hacerlo puede empeorar tu salud mental, reduciendo el abanico de experiencias, sentimientos y sensaciones que vives y, paradójicamente, aumentando tu sufrimiento.

Experimentar sufrimiento en situaciones acordes a contextos que vivimos no es patológico y es muy importante permitir sentirlo. Si tu sufrimiento no es adaptativo, no responde a lo que está sucediendo en tu entorno y se trata de un estado constante en tu vida, afectará negativamente a tu bienestar físico y mental.

Si tienes estos sentimientos, háblalo con tu doctor o doctora, quien te derivará a un profesional especializado si lo necesitas.

Pese a que definir la felicidad no es nada fácil, se puede decir que un estado de satisfacción general con tu vida viene acompañado también de momentos de tristeza, estrés, enfado… junto con emociones positivas como la alegría o el orgullo por un ser querido.

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