Vivimos constantemente bombardeados por imágenes de cuerpos que no son reales: sin celulitis, sin estrías, sin barriga, con abdominales marcados, extremadamente delgados o con unas curvas imposibles. Las redes sociales están repletas de fotografías retocadas con numerosos filtros que maquillan la realidad.
No se trata de desarrollar expectativas imposibles o esforzarnos por tener un cuerpo de revista porque esos cuerpos no existen, sino de aprender a estar cómoda/o en tu cuerpo, escucharlo y cuidarlo.
Muchas veces podemos confundir momentos de alta tensión emocional con el hambre. Aprende a diferenciar ambos y a darte un espacio para pensar por qué puedes estar sintiéndote de esta manera.
Aprende a observar y sentir tu cuerpo poco a poco y a quererlo tal y como es. Merece mucho más la pena sentirse bien contigo misma/o y estar saludable que sumergirte en un bucle infinito de dietas y ejercicio excesivo que acabarán por hacer que te obsesiones con tu cuerpo y vayas fijando expectativas rígidas con respecto a este.
Desarrolla una relación sana con tu cuerpo, conócelo, escucha lo que dice y acéptalo:
Haz ejercicio. El yoga, taichi, chikun, el baile, pilates… pueden ayudarte a conocer más tu cuerpo y cómo funciona.
En el caso de que tu imagen corporal o la alimentación te generen angustia, puedes pedir ayuda profesional: consulta a tu médico/a o enfermera/o del centro de salud.