LAS DIETAS EN
7 PREGUNTAS

Para contestar a esta pregunta deberíamos precisar cuál es el milagro que esperamos que ocurra. Si el milagro es perder peso rápidamente y sin mucho esfuerzo, habría que contestar que sí. Hay una familia de dietas basada en la ingesta casi exclusiva de proteínas y grasas que producen una rápida bajada de peso. Pero todo tiene su precio.

Este tipo de dietas pueden tener riesgos graves para la salud porque prácticamente desaparece el consumo de fruta, verduras y hortalizas, cereales y legumbres. Esta forma de comer es cara y completamente ajena a nuestra cultura. Al final se acaba abandonando y el milagro desaparece.

Los kilos se recuperan con la misma velocidad que se habían perdido, incluso puede haber un rebote y acabar con más peso que al principio. Menos salud, decepción y más peso es el resultado más probable. Nuestra propuesta es más realista y satisfactoria: perder peso mejorando tus hábitos, comiendo mejor sin renunciar a tu cultura y al placer de comer, haciendo más actividad física… En suma, tomando el control de tu propio cuerpo y haciendo realidad el origen griego de la palabra “dieta”: forma de vivir.

Si no eres una persona experta en nutrición, puedes confundirte al mirar en la web los distintos tipos de dietas para adelgazar. En este apartado vamos a darte la información suficiente para poder clasificar las dietas que encuentres en 3 grandes familias:

Si decides hacer una dieta para adelgazar, el primer paso es fijar los objetivos de pérdida de peso: cuánto quieres adelgazar y en cuánto tiempo. La ciencia disponible dice que, independientemente del tipo de dieta, lo que hará que la dieta sea un éxito o no es su cumplimiento Por esta razón es recomendable fijar los objetivos en 2 tiempos:

1) Pérdida de peso. Suele ser razonable un número de kilos de 10% del peso inicial en un plazo mínimo de 2 kilos por mes.
2) Mantenimiento supervisado del peso. Debe durar al menos lo mismo que la fase de pérdida.

Una persona que pesa 80 kilos y quiere perder 8 debería tener especial cuidado durante 8 meses (4 meses para perder los kilos y 4 para mantener la pérdida).

Si en este tiempo no cambias los hábitos y aprendes a comer seleccionando adecuadamente los alimentos, lo más probable es no solo que recuperes el peso inicial, sino que lo superes.

Por tanto, para asegurar una pérdida mantenida de peso debemos cambiar los hábitos y ese proceso lleva tiempo. No importa que un mes no haya pérdida: el mantenimiento del peso y el balance negativo desde el inicio siempre es un éxito que hay que celebrar.

Sí. Cuando planificamos lo que se compra, lo que se come, cómo se cocina, cuándo nos damos permiso para saltarnos la dieta, evitamos todos esos momentos en que se come por impulso (cuando estamos aburridos, tristes…).

Sea cual sea el tipo de dieta que hayas escogido, hacer un menú semanal y ajustarse a él es un instrumento de la máxima utilidad.

Te permite hacer la cesta de la compra, comprando solo lo que necesitas, negociar en familia lo que se va a comer en casa, innovar en la cocina introduciendo recetas que no hayas probado antes, diseñar menús saludables para celebraciones y días de fiesta.

Incluso, si guardas los menús diarios de tu plan, compartir trasmitiendo la forma que has tenido de perder peso y mantenerlo.

Si sales a comer fuera puedes hacer 2 cosas:

1ª) Saltarte la dieta y darte un día de vacaciones: lo que se engorda o adelgaza no depende de una comida sino de un esfuerzo mantenido durante el tiempo. La báscula te indicará si lo estás haciendo bien. Las transgresiones han de ser contadas y mejor si son planificadas (tal día voy a hacer tal cosa).

2ª) Comer fuera, pero de dieta. Si llevas algún tiempo haciendo una dieta hipocalórica ya conoces la cantidad de calorías que tiene cada alimento, cuáles de los platos del bar o restaurante son bombas calóricas y cuáles podrías comer sin problemas. Si haces una dieta de baja carga glucémica también sabes lo suficiente para seleccionar un menú apropiado.

Si estás en temporada de fiestas o de celebración, el instrumento más potente es anticipar las posibles transgresiones alimentarias y planificar. Las navidades no empiezan cuando se enciende la iluminación y acaban en San Sebastián. Identifica los días en los que vas a estar de fiesta, decide el margen de kilos que te vas a permitir ganar, vigila con la báscula (sin obsesiones) cómo se va cumpliendo el plan.

Cuando llegue la fiesta puedes hacer 2 cosas: 1ª) Saltarte la dieta y darte un homenaje. Lo que se engorda o adelgaza no depende ese día sino de un esfuerzo mantenido durante el tiempo.
2ª) Hacer comida de fiesta que no engorde. ¿Te apetece cordero asado con guarnición de calabacín, berenjena tomate y pimiento? Quizás ¿marisco cocido o a la plancha? Hay opciones mediterráneas de fiesta muy saludables.

El incremento de la actividad física es un complemento necesario, pero no suficiente en cualquier plan para perder kilos. La práctica de actividad física aumenta el tono vital y la seguridad en nosotros mismos, nos hace ser más optimistas y enfrentar las situaciones difíciles con más brío y consume calorías, esto es especialmente importante en la fase de mantenimiento del peso conseguido.

Una creencia errónea es pensar que el ejercicio sin dieta adelgaza. Si alguien que no hace dieta hace más actividad física, repondrá las calorías perdidas con mayor hambre e ingesta. ¡El cuerpo es así de sabio! Tiende al equilibrio conseguido y hay que recordar que el agua, los músculos y los huesos también pesan: la tarea es perder grasa.

DESAYUNOS
Y MERIENDAS
SALUDABLES

 

CÓMO ES
EL PLATO
SALUDABLE