MITOS Y CREENCIAS
SOBRE EL ALCOHOL
Hay una serie de creencias más o menos extendidas en nuestra sociedad sobre el consumo de alcohol y de sus supuestos beneficios para nuestra salud. La realidad es muy distinta y conviene no solo detener los bulos sino compartir las verdades sobre el consumo del alcohol.
La verdad es que solo el tiempo permitirá que tu cuerpo elimine el alcohol consumido. Ni vomitar ni ref rescarse ni tomar café o salir a tomar el aire sirven para eliminar el alcohol.
Un café puede ponerte tenso, pero no te mantendrá alerta ni restaurará los sentidos que ya han sido afectados por el consumo de alcohol.
El daño que provoca el alcohol depende de la cantidad y de la intensidad. Es decir, a mayor cantidad, mayor daño y la misma cantidad concentrada en menos tiempo es más perjudicial.
Si bebes alcohol todos los fines de semana, corres el riesgo de convertirlo en un hábito hasta el punto de que no puedas divertirte sin beber. Tienes que tener en cuenta que no existe ninguna cantidad segura de consumo de alcohol.
Beber alcohol no es la respuesta si estás decaído/a porque te hace perder el control sobre tus propias emociones y sentimientos. Tras una falsa y brevísima sensación de bienestar, si antes estabas triste o deprimido/a, se agudizará todavía más.
Tampoco te restaura tu energía en un momento determinado. Lo cierto es que beber alcohol te producirá una mayor fatiga física y más sueño; perderás fuerza y coordinación.
El alcohol te produce una sensación momentánea de calor porque dilata los vasos sanguíneos y dirige la sangre hacia la superficie de tu piel. En poco tiempo la temperatura interior de tu cuerpo disminuye y sientes más frío. Por eso, en situaciones de embriaguez, hay que abrigar y proporcionar calor a la persona y nunca intentar espabilarla con duchas frías.
Diversos estudios han puesto de manifiesto que el consumo moderado de alcohol disminuye el riesgo de padecer enfermedades de corazón. Estos efectos beneficiosos no han sido claramente probados.
Sí se ha probado que el consumo de alcohol tiene efectos negativos sobre el corazón (arritmias, hipertensión), incluso en dosis bajas. Por lo tanto, la balanza entre el riesgo y el supuesto beneficio está claramente inclinada hacia el riesgo.
Puede que al principio tengas la sensación de euforia y que pierdas la vergüenza a la hora de hablar con alguien, bailar e incluso mantener relaciones sexuales.
Lo cierto es que tienes una percepción distorsionada de la realidad y puedes hacer cosas bajo los efectos del alcohol que no estarías dispuesto/a a hacer si no hubieses bebido y de las que te arrepientas (ligar con alguien que en realidad no te gusta o mantener relaciones íntimas sin protección, por ejemplo).
Si aguantas mucho alcohol puede ser que tu organismo se haya acostumbrado, es decir, que hayas desarrollado tolerancia al alcohol. Eso no significa que te haga menos daño, sino que tienes más riesgo de convertirte en una persona dependiente del alcohol.
No existe relación alguna entre fortaleza y "aguantar" un mayor consumo de alcohol.
El consumo de alcohol es más perjudicial en mujeres que en hombres. Esto se debe a un conjunto de características propias de las mujeres, como el peso corporal, la proporción de grasa/agua, los niveles de enzimas…
Las mujeres son más proclives a sufrir daño en el hígado y a desarrollar enfermedades como hepatitis o cirrosis alcohólicas. El consumo produce efectos sobre la función reproductiva de la mujer, pudiendo alterar el ciclo menstrual y disminuir la fertilidad.